
Marc Vicens, 2018.
A veces, últimamente, me parece un milagro que la gente pueda preocuparse de verdad y enormemente por algún asunto o algún objetivo y puedan seguir haciéndolo durante años y años. Dedicarle toda la vida. Parece admirable y al mismo tiempo patético. Todos nos morimos por entregar nuestras vidas quizá a Dios o a Satán, a la política o a la gramática, a la topología o a la filatelia; lo que sea es secundario para esta voluntad de entregarse de forma total. A los juegos o a las jeringuillas o a otra persona. Hay algo patético en ello.
David Foster Wallace, La broma infinita, traducció de Marcelo Covián. Mondadori, 2002.