
Su belleza superaba lo expresable, y, como tantas otras veces, Aschenbach sintió, apesumbrado, que la palabra sólo puede celebrar la belleza, no reproducirla.
Thomas Mann, La muerte en Venecia, traducció de Juan del Solar, Edhasa, 1988.
Thomas Mann, La muerte en Venecia, traducció de Juan del Solar, Edhasa, 1988.